El nido del Águila
Berchtesgaden es un pueblecito dedicado al turismo de montaña y está muy cerca de la frontera austríaca y sólo a unos 30 km de Salzburg, desde donde viajamos.
Después de un buen desayuno en la plaza central, con un buen café acompañado de apfel strüdel, nos dirigimos a la oficina de turismo donde nos explicaron todos los detalles para llegar al Nido del águila. Había que coger una carreterita estrecha, poco después de salir del pueblo siguiendo la indicación de Kehlsteinhaus. Subiendo por la montaña, esa carretera conduce a varias explanadas de aparcamientos, que a mediados de agosto se encontraban bastante llenos. En el primer nivel había una serie de comercios y una taquilla donde se podían comprar los billetes del autobús que sube a la casa. Siguiendo la perfección alemana te dan una hora exacta para el autobús y a esa hora sale, ni un minuto más, ni uno menos. La carretera es estrecha y llena de curvas y es lógico que no puedan subir los coches, pues las colas llegarían al valle. Finalmente el viaje termina en una explanada, con un espléndido mirador y en un quiosco es obligatorio reservar la hora de bajada, para evitar aglomeraciones.
Entonces empieza lo verdaderamente hitleriano, para acceder a la casa de forma cómoda hay que tomar un túnel excavado en la piedra, en el corazón de la montaña que conduce a un ascensor dorado, con espejos que sube a la entrada del Nido del Águila, sólo faltaban los oficiales de la SSS. La casa está construida justo en la cresta de la montaña, el nombre le va perfecto y goza de vistas espectaculares. No conserva nada de su mobiliario original, sino que está convertida en restaurante. Sólo hay salas con fotos y algunos vídeos, probablemente no se quiere que el sitio sea inmortalizado como santuario por neonazis.
Desde allí puedes dar paseos y disfrutar de las magníficas vistas de las montañas, los prados, el lago en el valle y desde un punto más alto hacer una foto a la casa, sin olvidarnos de la hora fijada para el autobús de regreso.


