El futuro ya ha llegado
Ibamos de camino a Odaiba cuando hicimos un transbordo de metro.
A partir de aquí supe que Odaiba iba a ser diferente ya que nos llevaba hacia allí un metro sin conductor de los que te sorprenden y a veces tienes hasta miedo pero la experiencia fue impresionante.
Una vez pisas Odaiba ves edificios futuristas, una playa en la que tocar el Pacífico, una estatua de la libertad, que aunque es en miniatura está muy bien lograda y te piensas que estás en Nueva York, pero sobre todo el skyline de Tokyo, que te embelesa según va pasando la tarde y te enamora al llegar la noche.
Como teníamos mucho tiempo fuimos a una noria cercana junto al centro comercial y las vistas fueron espectaculares.
El centro comercial era de otro mundo, no sabías si era Japón, Roma o la bella Grecia, con los pasillos con cierto aspecto grecorromano y lleno de tiendas (Cuidado con no perderos, nosotros en nuestro grupo perdimos a varios y luego fue complicado encontrarlos, jajajaja).
A su vez en el centro comercial había una exposición de coches occidentales de lo más interesante e incluso pudimos jugar una carrera en un simulador de carreras en las que no gané de milagro y también videojuegos a montones donde podréis hacer batallas de bailes, de luchas o de cualquier cosa que no hayáis imaginado. Para los más fans de los animes tenéis varias figuras muy importantes de este mundillo para haceros fotos en el edificio más próximo a las mejores vistas a Tokyo y si lo vuestro es ver el Gundam moderno, detrás de este edificio lo encontraréis esperando a cada turista que pasa para hacer de ese momento, algo único e inigualable (nosotros por mala suerte lo estaban sustituyendo, pero bueno, ya habrá alguna otra oportunidad de verlo).


