El patio del Palacio de Carvajal es...
El patio del Palacio de Carvajal es conocido sobre todo por un olivo centenario que vive uno de sus mejores momentos, pero a mí me llaman la atención estas obras de arte hechas de barro y manos creadoras de tradición.
En estos recipientes, antaño, se cocinaba al calor de la lumbre. Era una cocción lenta, que demoraba toda la mañana, pero que daba a los platos un sabor especial. Para esta función se destinaban las ollas, más pequeñas que las que aquí adornan, pero con sus asas características.
Luego están las tinajas, que se empleaban para contener agua y vino. Más contentas imagino a las que daban refugio al dulce fruto de la uva que no a las que recibían el producto del pozo, pero al fin y al cabo, ambas cumplían su función de mantener fresco su contenido.
Y por último, las ánforas, esa pieza alargada que descansa sobre la hierba del patio, guardaba semillas y productos que al ser sellados dentro del barro, se mantenían con toda calidad. Para ello la ánfora tiene una boca pequeña. Famosas son las que en el fondo del mar guardan semillas de un valor incalculable por ser ajenas de toda evolución histórica, de toda plaga y química.
La plaga me devuelve al patio del Palacio de Carvajal, donde un olivo histórico parece haber perdido la ilusión por la vida. En su decrepitud, el barro gana protagonismo en la era del plástico.


