Sin duda, un destino familiar, pero un poco atípico
En este desolado paisaje del Kurdistán iraní, muy cerca de la frontera con Irak, se encuentra, perfectamente mimetizado con el paisaje, el pequeño pueblo de Palangan. A priori no esperaríamos encontrar allí mucha gente, pues está muy alejado de "la civilización", a pesar de que el pueblo está situado al lado de un río de montaña y fuimos un caluroso viernes, día festivo en el calendario musulmán. Pero no era un viernes cualquiera, sino el primer viernes después del Ramadám, que en Irán se respeta a rajatabla. Es decir, el día realmente festivo por excelencia. Por eso, allí no cabía un alfiler. Cuadrillas de jóvenes colocaban sus tiendas de campaña junto al río y familias enteras pasaban el día a la sombra, con sus infiernillos, sus teteras, sus pipas de agua...