Bonito aparta-hotel en la ciudad vieja de Bari.
Bari no es una ciudad especialmente turística pero sí es cierto que los vuelos "low-cost" de distintas compañías aéreas nos han acercado a una de las ciudades más importantes de la región italiana de Puglia. La fama de Bari como punto atractivo tampoco es muy alta, así que debo decir que fuimos con ciertas prevenciones en la Semana Santa de 2015. Sin embargo, y como suele suceder, las expectativas fueron superadas por una ciudad curiosa y amable y mucho de esto se debió al estupendo alojamiento que escogimos.
El Palazzo Caló está formado por doce apartamentos bien diseñados y confortables y, sobre todo, está situado en plena Ciudad Vieja de Bari, en una mansión del siglo XVI que se encuentra nada más cruzar una de las puertas de entrada de la parte antigua y a dos pasos del Corso Vittorio Emmanuele, centro moderno de la ciudad lleno de restaurantes y tiendas.
Siempre que busco un alojamiento intento que tenga algo especial, algo que lo haga único y se adapte a nuestras necesidades. Así fue en este caso ya que al viajar con el peque en ocasiones no es fácil estar en una habitación amplia a precio módico. Nuestro apartamento, situado en la segunda planta cubría nuestras necesidades sin problema ya que en la parte de abajo teníamos el baño, una pequeña cocina (que no usamos), una mesa de comedor con sillas y la zona de estar cuyo sofá se convertía en un amplia cama.
Por unas escaleras algo empinadas subíamos a la parte de arriba del loft-apartamento que estaba ocupada por una enorme cama que era confortable y amplia. Esta separación de espacios es de agradecer cuando viajas con niños y cada uno podemos tener nuestra intimidad.
El armario se situaba a la entrada del apartamento con un portamaletas para dejar los bártulos. El cuarto era exterior y se asomaba a una de las estrechas calles del centro histórico de Bari, aunque estaba perfectamente aislado y era muy tranquilo tanto de día como de noche.
El Palazzo Caló no dispone de zonas comunes, más que una pequeña recepción (con personal muy amable), una sala de entrada y un jardín vertical junto al ascensor. Por eso mismo el desayuno lo sirven a la hora deseada en la propia habitación. Eso sí, los ingredientes podían ser un poco más cuidados ya que casi todo era producto envasado.
En la azotea se dispone en tiempo de verano una agradable terraza-solárium. En la época en la que estuvimos, estaba accesible pero sólo para divisar la magnífica vista de la catedral de Bari que está a al lado de este bonito alojamiento.
