Concebido como panteón nacional para los hombres ilustres tras el fallido intento de San Francisco el Grande, la regente Maria Cristina eligió el espacio aledaño a la iglesia de Nuestra Señora de Atocha para hacer realidad este proyecto en 1888.
Concebido como panteón nacional para los hombres ilustres tras el fallido intento de San Francisco el Grande, la regente Maria Cristina eligió el espacio aledaño a la iglesia de Nuestra Señora de Atocha para hacer realidad este proyecto en 1888.
Tras sacarlo a concurso, el proyecto elegido fue el de Fernando Arbós con un estilo neobizantino compuesto por una nueva iglesia, un campanille con influencias de San Marcos de Venecia y el panteón, inspirado en el camposanto de Pisa.
Tras el comienzo de las obras allá por 1891 y la finalización tanto del panteón como el campanille a finales de siglo, en 1901 las obras tuvieron que cesar por razones económicas ya que era inviable un proyecto tan ambicioso, y también porque paralelamente se estaba construyendo la Cripta de la Almudena. Así, finalmente el proyecto de Arbós fue cayendo en el olvido y quedó incompleto ya que posteriormente se decidió construir la iglesia con un estilo escurialense que nada tenía que ver con el conjunto, haciendo que el campanille quedase totalmente aislado.