Campo de Marte

El parque ”Champ de Mars” (Campo de Marte literalmente) es un gran parque (780metros x 200metros) situado en el distrito 7º, justo al lado de la Torre Eiffel. Separa a ésta de la Escuela Militar. De hecho, antes de ser el parque que es hoy fue simplemente tierra de cultivo, y posteriormente un campo de maniobras.
A lo largo de la historia el lugar ha sido escenario de muertes con guillotina, grandes celebraciones y demostraciones, sobre todo durante la época de la revolución francesa. Hace 2 siglos fue también lugar de almacenamiento de materiales que llegaban con los barcos por el Sena.
Hoy en día es un gran parque con jardines, fuentes y zonas de juegos. Hay canchas de baloncesto, campos de petanca y quioscos con escenarios para las orquestas. Al igual que Place des Vosges u otros grandes parques, Champ de Mars se llena de parisinos y turistas que quieren descansar y pasar una mañana entera al sol (en verano). También es un sitio frecuentado por jóvenes para pasar la tarde entre amigos o para usar las instalaciones deportivas abiertas a todo el público.

Fui totalmente afortunada. Era 6 de junio, había un sol radiante, no hacía nada de frío y yo andaba en bicicleta por París. Llegué a Champs de Mars al mediodía, con un picnic. ¿Algo mejor que comer tumbada en el pasto frente a la Torre Eiffel? Así estaba, relajada y descalza, cuando un movimiento inusual comenzó a brotar de los confines del parque. Una banda, dos bandas, sus integrantes vestidos con coloridos uniformes o trajes tradicionales. Pensé que serían unos pocos, que tocarían un rato y se marcharían, pero el movimiento continuó, cientos de músicos llenaron de estridentes sonidos a Champs de Mars. Las bandas, como si hubieran ensayado, tocaban y marchaban entre la gente sentada en el pasto, se cruzaban en increíble armonía con otras bandas, nunca dejaban de tocar.

Estando en París, es imposible no subir a la Tour Eiffel. Pero la experiencia nos tiene una sorpresa: ver hacia los Campos de Marte y asombrarse con esos puntitos que se mueven de un lado al otro, las personas paseando por sus anchos senderos.

Y encontrarse, luego abajo, con niños haciendo pompas de jabón envolviendo todo el instante en un sueño.

Al lado de la torre, es un lugar ideal para comer y disfrutar de las inigualables vistas.

Suelen estar numerosos vendedores ambulantes con botellas de vino, cava o champagne, a precio bastante superior al de la venta en el mercado, pero que no es tampoco excesivo.

Esta fue mi segunda vez en París y por tanto, en el Parc du Champ du Mars y, ha diferencia de la anterior me encontré con una original obra de arte.

Consistía en una instalación semejante a una moderna marquesina de autobús, pero en este caso en los cristales, en vez de anuncios pegados tipo “Se alquila piso, guarde usted el número tirando de la pestañita” o firmas grabadas con unas llaves, estaba escrita la palabra PAZ en diferentes tamaños, en blanco y en muchísimos idiomas (incluso en marciano).

Era bonito ver a través de ella y sentir que, como todo depende con el cristal con que se mire, pues mis ojos se sentían más puros que nunca.