Nuestro encuentro con la Selva Negra
Salimos de Pforzheim y seguimos la ruta marcada para bicicleta rumbo al sur. Sabíamos que en un momento determinado del camino bajaríamos a la rivera del Río Enz y seguiríamos su cauce a contracorriente. El camino se tornó cada vez mas hermoso, con espectaculares abetos, altísimos que mostraban sus piñas verdes y doradas.
En ese momento entendí porque la llaman Selva Negra, es tan espesa que el sol no llega al suelo en algunos lugares y permanece húmeda constantemente. El camino es agreste, en ocasiones resbaladizo y se hace necesario que desciendas de la bicicleta para evitar una caída.
A pesar de lo primitivo de la senda, las señales están en perfecto estado y se presentan en el momento oportuno. Este camino solo tiene duración de cinco kilómetros, pero por las condiciones del suelo tardamos cerca de una hora y media para recorrerlo.
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