Pastores nómadas en el techo del Mundo
Dejamos atrás el majestuoso glaciar Kharola y continuamos nuestra ruta hacia Gyantse; de nuevo, a través de las ventanillas del 4x4 contemplamos embobados las imágenes que nos depara la visión del paraíso: Ríos desbocados, valles infinitos, cumbres gigantescas, lagos de color turquesa y cielos tan azules que casi duele mirarlos…
A lo largo del camino nos cruzamos con pequeños asentamientos de Dopkas (pastores nómadas) que circulan por estos parajes como fantasmas de un pasado que las cordilleras que nos rodean parecen resistirse a dejar escapar.
La hospitalidad y alegría con la que nos reciben es sorprendente y como pudimos comprobar más tarde carente por completo del comprensible mercantilismo que pudiera suponer compartir comida y experiencias con unos turistas occidentales a cambio de unos cuantos yuan (un yuan equivale a unos 0,10 euros). Ni siquiera al despedirnos y a pesar de nuestra insistencia, nuestro simpáticos anfitriones aceptaron recibir dinero alguno a cambio de su tiempo, y sobre todo de su comida.