Un paraíso para golosos
Visitando Montblanc y caminado por sus calles, admirando la reconstrucción de sus murallas, conociendo poco a poco la historia y leyendas del lugar, allí nomás, cerquita y a la vista de quien quieras verla estaba la atractiva vidriera de esta pastelería inaugurada en 1826 la que, sin ser golosa para nada, llamó poderosamente mi atención.
Como iba acompañada de un sobrino y el sí se comía con los ojos todo lo que había, entramos, nos recibió un elegante paje de cuentos de Andersen que tenía en su mano una bandeja con un gran membrillo y mientras Javier elegía que llevar de regreso a su casa en la que yo paraba, pedí autorización para sacar unas fotos y les puedo asegurar que nos sabía qué mirar.