Más allá de Machu Picchu
Japoneses, gringos, españoles, brasileños. No es que quiera fomentar la xenofobia, pero el sueño de descubrir Machu Picchu se arruina cuando te das cuenta que ya muchos han encontrado la mentada ciudad perdida. Si a eso añadimos unos precios prohibitivos, el viaje casi casi puede ser una decepción (de cualquier forma las ruinas son impresionantes). Pero el antiguo Perú está vivo, ahí a un lado de los miles de turistas, oculto en medio de las montañas, donde pueblos como el de Patacancha conservan sus antiguas tradiciones, como su lengua, agricultura, bailes, música y cocina. Poco a poco, sus habitantes, descendientes de los míticos incas, han abierto las puertas de sus casas para ofrecer alternativas de turismo vivencial más auténticas y vivas que la clásica postal de las ruinas.