Playa de Anakena: Relax con sabor a Historia
Es cierto que Isla de Pascua, a pesar de ser parte de Oceanía, no destaca precisamente por sus playas de ensueño. Su orografía volcánica la hace abrupta y, en ocasiones, las corrientes son demasiado fuertes para el baño. Pero hay alguna que otra excepción que se salva, por lo que bañarse en el mar y tomar el Sol en una pequeña playa de postal también es posible. Su nombre es Anakena y tiene una carretera en fenomenal estado que lleva hasta allí. Desde Hanga Roa hay 18 kilómetros y las soluciones de transporte son las agencias privadas, los vehículos de alquiler, el taxi (aprox 12.000 pesos chilenos llevarte y volverte a recoger) o la bicicleta.
Un mar de palmeras desemboca en lo que no deja de ser una pequeña cala de arena muy blanca. Popular para los locales y, sobre todo, los turistas, representa una de las mejores posibilidades de descanso y relax que ofrece la isla. Merece la pena, uno allí se siente a gusto, sobre todo porque además de Hanga Roa, la “ciudad”, es el único lugar de Rapa Nui en el que se puede comer. Hay varios chiringuitos o kioskos en los que preparan barbacoas y venden bebidas, aunque a precios pascuenses que no se caracterizan para nada por ser modestos. Aunque no son de los más elevados de la isla, por lo que compensa quedarse a comer y probar los pinchos de pollo o de ternera que preparan junto a un delicioso batido o jugo de frutas.
En Anakena las olas no rompen con fuerza, por lo que uno puede darse un baño tranquilamente a solas o con la familia. Las veces que fui a esta playa vi muchos niños que jugaban a sus anchas tanto dentro como fuera.
Pero lo mejor de Anakena, lo que le hace especial, es que también es parte de la Historia pascuense y posee una serie de moáis perfectamente conservados como Ahu Nau Nau, altar con siete figuras (cuatro de ellas con sus pukaos o moños correspondientes) perfectamente alineadas (hay un octavo en el suelo). Haberse quedado enterradas en la arena fue su salvación y nuestra suerte de poder disfrutar de algunos de los moáis en mejor estado de la isla.
Este rincón de Isla de Pascua es fotogénico a más no poder, sobre todo desde por la mañana hasta aproximadamente las dos o tres de la tarde, cuando el Sol se pone delante. Aunque es cierto que si uno apura hasta el atardecer puede “regalarse” a la vista una preciosa Puesta de Sol.
Si se avanzan unos metros desde este altar nos encontramos un moái de seis metros de altura puesto en pie por Thor Heyerdahl y un equipo de 12 hombres a base de fuerza, cuerdas y mucha paciencia, puesto que requirió un esfuerzo de tres semanas. Con ello quisieron demostrar cómo podían haber levantado los moáis en aquellos tiempos. Trasladarlo hasta allí desde Rano Raraku es ya otra historia.
Anakena es el lugar ideal para descansar unas horas o pasar un día tumbado tranquilamente, aunque si se va con poco tiempo también es posible disfrutarlo. Ya sólo por las vistas merece la pena una visita.
Y puede ser una buena combinación playera con Playa Ovahe, que queda muy cerca pero está peor comunicada (de camino escarpado). Es estilo Anakena pero más aislada, apta para el snorkelling y asegurarse no encontrarse más que un número contado de turistas. Desafortunadamente no pude ir a la misma, aunque he oído hablar bastante bien al respecto.


