Para unas horitas de tranquilidad
Llegar hasta Valencia recorriendo toda esa costa de azahares, ingresar en el barrio marítimo y ver por primera vez la Playa de la Malvarrosa me causó una maravillosa sensación de serenidad y paz, con sus arenas tan finas y su oleaje tan suave y cálido.
Cuando le pregunté a la amiga con la que iba por qué se llamaba Malvarrosa, me contó que el lugar estaba lleno de flores de esas platas. Se encuentra a pocos kilómetros del centro de la ciudad, creo que 6 o 7, y tiene muy buenos medios de transporte; tanto esa playa como la de Levante están comunicadas con el centro por un moderno tranvía, pero también se llega fácilmente usando el carril para la bicicleta.
Su paseo marítimo tiene un encanto muy particular, del que se puede disfrutar caminado, tomando algo en unos de sus múltiples barecitos, restaurantes, pubs, karaokes y discotecas, dependiendo del horario en que uno se acerque al lugar. En la playa hay caminos de madera sobre la arena, sombrillas, carpas y tumbonas, juegos para niños, y primeros auxilios.
Es llamativa la cantidad de palmeras que existen, también muchos ficus, la mayor parte de ellas con una inclinación a tierra lo que hace suponer que el viento es siempre del mar, ideales para disfrutar de unas horitas de tranquilidad, en medio del extenuante recorrido.