Cómo me enamoré de Asturias
De camino a Llanes por la autovía nos encontramos con estas increíbles vistas. Decidimos desviarnos al momento y después de varios intentos conseguimos llegar a el que se convertiría en uno de mis rincones favoritos: la playa de San Antolín.
Tuvimos la suerte de que casi no había gente y pudimos disfrutar de la belleza y la paz de este sitio con toda la intimidad que se merece. Hay sitios que sin motivo aparente te llegan y te invitan a volver siempre siempre siempre que puedas. Es por eso que este año tuve que regresar y me sentí plenamente feliz.
Totalmente recomendada la visita y, además,