Roberto Gonzalez
La plaza que sigue siendo el corazón de Sant Cugat
Imaginemos Sant Cugat del Vallés allá por el siglo IV antes de Cristo. Apenas un par de casas en las faldas de la sierra de Collserola, poco más. De repente llegan los monjes visigodos y deciden que es el lugar perfecto para fundar un monasterio, machacando los restos de un campamento que había levantado la decadente y depravada Roma. A su alrededor, y atraída por la creciente riqueza del cenobio, empieza a asentarse una ingente cantidad de nuevos pobladores que en poco tiempo forma un núcleo que se desarrollará hasta convertirse en villa. A lo largo de los siglos sigue creciendo la prosperidad de esta pequeña urbe por la que obligatoriamente había que pasar para ir de Tarrasa a Barcelona.
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