El mudejar portugués
Sintra está dotada de belleza, de armonía, pero sobre todo de color, de arte y de historia. Entre todos sus tesoros destaca, por su antigüedad y singularidad, el impoluto Palacio Nacional que los lugareños rebautizaron como el Palácio de Vila (palacio del pueblo).
Si como en mi caso, llegas a Sintra en tren, casi de rebote y una vez sales de la estación, caminas con una sensación de mariposas revoloteando por el estómago, no te preocupes, es normal. Desde que llegas a esta romántica ciudad este sentimiento no te abandona ;-).
Sintra te enamora a primera vista y luego es difícil olvidarla, y el Palacio Nacional no es más que el primer trozo de un suculento pastel que, poco a poco vas saboreando y que jamás, jamás, llega a empachar.