Dónde tiendo la toalla?!
En la costa de las Aulagas, al norte de Bretaña, la ciudad medieval de Tréguier sigue el río Jaudy hasta que se convierte en un estuario sembrado de islotes. Su orilla izquierda bordea la península de Plougrescant: una tierra que se adentra suavemente hacia el canal de La Mancha formando un mosaico de campos, landas y bosques bajos. Sorprendentes chimeneas de granito surgen del suelo para sorpresa de los que pisamos este lugar. Un enclave que se antoja caprichoso debido a la gran cantidad de acantilados que decoran el litoral.
Aquí está complicado bañarse... Hay pocos lugares donde la toalla. Por ello es preferible hacer escala en Buguelés o en Port-Blanc, un puertecito de pesca junto a una gran playa de dunas. Nos desquitamos del antojo del mar en esta tranquila zona.
A partir de Pors-Scarff, el camino costero avanza hacia unas columnas de granito que han resistido a la erosión. En este litoral salvaje está el peñasco de napoleón, reconocible por su forma de bicornio. Siguiendo por los arenales rosados y grises llegamos a otras concreciones rocosas que parecen surgidas de algún artista moderno. En el Gouffre, el mar golpea furioso una profunda grieta abierta entre los acantilados.
Porz-Hir es más suave. Este pueblo alberga casas que adosadas a la roca y forman un único cuerpo con ella. Tienes que conocer Castel Meur: una casita de postigos blancos encastrada en el granito. En la punta del Castillo, en el extremo de la península, la mirada se evade hacia el litoral recortado y sobre una alfombra de islas. Plougrescant es todo un monumento patrio hecho por la naturaleza.
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