Anclados en el tiempo
POBLADO HIMBA – La etnia Himba no ha evolucionado, vive en el pasado, el mismo tipo de vida desde hace siglos.
Se trata de una de las etnias más antiguas de África.
El poblado está situado cerca de Sepupa en la recóndita región de El Kaokoland, cerca de la frontera con Angola.
Los hombres se dedican al pastoreo de vacas y cabras y viven en pequeños poblados.
Una singular costumbre de esta etnia es el atavío de las mujeres, éstas extienden por todo su cuerpo una mezcla de tierra ocre con grasa de vaca, se peinan con unos espectaculares tocados con curiosas trenzas, adornándose con vistosos collares de cobre y de piel. No usan en absoluto el agua para lavarse, esta capa de grasa que extienden por todo su cuerpo la renuevan cada día y les sirve de formidable higiene a la vez que de un integral piling, también les protege de las picaduras de los insectos.
Obedecen al Jefe de la tribu que además es su guía espiritual .Construyen sus chozas con barro mezclado de paja y estiércol de las vacas
Delante de la choza del jefe hay un fuego permanentemente encendido, se trata del fuego sagrado y existe trazada una línea imaginaria que va del fuego a la choza, bajo ningún concepto debe cruzarse esta línea, siempre hay que dar un rodeo.
Para poderles visitar hay que conocer el ritual, éste consiste en primer lugar en localizar a un guía local que hable su lengua, acercarse pausadamente y pedir permiso al Jefe de la tribu, una vez autorizada la visita hay que hacerles un presente consistente en la donación de sal, azúcar y harina.
Son tímidos al principio y hay que hablar y andar pausadamente, poco a poco van cogiendo confianza hasta llegar a dejarse fotografiar, acercarse y darles la mano. El saludo en lenguaje Himba es “morro – morro” su palabra positiva es “perinawa” (bien) y la negativa “kaperinawa” (mal). Uno de sus impresionantes rituales consiste en arrancar a los varones adolescentes los incisivos inferiores, se hace, según nos contaron, para que puedan salir los malos espíritus de su cuerpo mientras duermen.
Una vez vencida su timidez son acogedores y provistos de una natural simpatía, estuvimos toda una mañana deparando con las mujeres y la chiquilleria,, al despedirnos nos obsequiaron con unos cantos y un baile ritual.
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