Roberto Gonzalez
Fish and Chips de lujo
Pop Newland es el nombre del visionario que quiso y supo dar un toque especial y elevar a la categoría de delicia culinaria, el famoso y en sus orígenes humilde plato que desde hace más de un siglo campea por las calles de Londres.
Ya lo descubrió Charles Dickens en Oliver Twist como una comida humilde pero sabrosa, y fue el origen de la 'fast food' al estilo británico.
El señor Pop, toda una institución tanto en Spitalfields como en Candem, lleva friendo pescado y patatas toda su vida; prácticamente no ha hecho otra cosa. Así que canalizó toda su energía en pasar de una freiduría común y corriente a montar dos establecimientos que hoy en día son referentes inevitables en la cocina londinense.
Aprovechando el radical cambio que sufrió el East End y que lo convirtió de una zona de mercado y comercio en una vibrante zona de moda y constante renovación, abrió sus dos sucursales que decoró al estilo de los años 40 y 50, con una cuidada recreación de los locales de antaño que incluye una juke box ( nuestra rokola) que al parecer no tiene precio por ser única en el mundo, un uniforme auténtico de la guardia Beefeater, reproducciones de aviones, y un amplio surtido de objetos que recuerdan el paso por la Segunda Guerra Mundial del Imperio Británico.
Cuadros, fotografías, muebles muy de la época e incluso camareras ataviadas como si hubieran salido de una película histórica, consiguen meternos rápidamente en ambiente.
Nos sentamos en una de las solicitadas mesas, tras haber visto ( algo muy de agradecer) el lugar y la manera en que elaboran los platos, y pedimos, por supuesto nuestras raciones de 'fish and chips'.
Exquisitas, no tengo otra palabra. Delicado bacalao ( también se puede pedir de merluza, lenguado o incluso platija) rebozado en una perfecta mezcla de harina, huevo y cerveza. Literalmente se deshace en la boca. Acompañando el pescado las insustituibles patatas fritas condimentadas con sal y unas gotas de vinagre y escoltadas por dos tipos de salsa para bañarlas ( si apetece).
Nada mejor que una cerveza de jengibre ( Fentimans) para sentirnos plenamente británicos y dejar el local con muchas ganas de volver para disfrutar de otro atracón de exquisito pescado frito.
Me pregunto si muchos de los que comen este tradicional plato en los miles de locales repartidos por el mundo, saben que su origen está en el pescaito frito que los judíos emigrantes provenientes de España y Portugal llevaron al entonces naciente Imperio Británico.
Bueno, no digamos nada a los ingleses, no vayamos a quitarles una de sus glorias nacionales. Guardaremos el secreto.
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