Rincón de Mar
En la provincia de Barcelona, y más concretamente en la comarca del Maresme tenemos la oportunidad de visitar este pueblo costero, villa de marineros y rincón para el que el tiempo parece haber pasado en balde.
Llegamos a él con la línea C1 de cercanías, dirección Mataró; podemos cogerlo entre otras, en la estación de Sants o la de Plaça Catalunya de Barcelona, la parada es Premià de Mar. Hay aproximadamente una media hora de recorrido.
Una vez fuera de Barcelona, el trayecto transcurre paralelo al mar, al bajar del tren veremos a escasos metros la playa, para acceder al pueblo tenemos que cruzar las vías por el paso subterráneo y saldremos a la Riera de Premià, una avenida peatonal llena de árboles que nos introduce a la localidad. Si subimos por ella llegaremos a cruzarnos con la Gran Vía Lluís Companys, centro neurálgico del comercio de la zona, aquí encontramos la mayoría de los servicios, restaurantes, tiendas de ropa, bancos y demás; es por tanto una de las calles más animadas, tanto de día como al caer la tarde.
Actualmente viven en Premià de Mar más de 25.000 mil personas, pero eso no siempre ha sido así, en sus inicios tan sólo era un pequeño barrio llamado Premià de Baix donde vivían pescadores y sus familias, perteneciente a Sant Pere de Premià (actual Premià de Dalt), pero en 1836 pasó de ser un barrio a convertirse en un pueblo, bajo el nombre actual de Premià de Mar.
La llegada, en 1848, del primer tren a la localidad fue uno de los factores que contribuyeron al crecimiento desmesurado de la población, aun y así se ha mantenido el aspecto de pueblo marinero, y por suerte no se ha estropeado con monstruosos hoteles ni edificios imposibles a primera línea de mar. En frente de la playa vemos las casitas bajas, de paredes blancas, separadas del mar, eso sí, por las vías del tren.
Si queremos visitar rincones históricos podemos ir a ver la Necrópolis, las fábricas modernistas como la Indústria del Gas, el Museo de Estampación Textil o la Iglesia Parroquial de Sant Cristòfol. Aunque en veranito podemos disfrutar de sus playas, que aunque no van sobradas de arena son un buen lugar donde refugiarse del calor.
Aunque yo prefiero recomendaros que os paséis cuando no es época de playa, cuando podáis pasear tranquilamente por la suave arena, sintiendo la brisa marina y dejaros cautivar por la serenidad del paisaje, que parece detener el tiempo y hacernos eternos.
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