El pueblo de Hidra parece que ha sido...
El pueblo de Hidra parece que ha sido sacado de un cuento intantil en el que todo es posible y la vida es de mil colores. Está encima del puerto y se caracteriza por sus casas blancas y sus tejados rojos. La blancura de sus edificios hace que todo parezca super limpio, además, como todas las casas son pequeñas y parecidas la sensación que tiene uno cuando llega es muy acogedora.
Las callejuelas son pequeñitas y se juntan unas con otras. Hay muchísimas pendientes y la mayoría de las calles cuentan con escalones, así que recomiendo a todos los que vayan al pueblo que lleven zapato cómodo.
Lo mejor de este pueblo es que no hay nada de polución. Los coches están prohibidos y el único transporte existente son los burros. Esto hace que el aire que se respira sea más que maravilloso, aunque al principio puede costar algo acostumbrarse al olor del "campo o abono" que se extiende por todas partes. Además también hay que tener cuidado porque los burros aparecen por cualquier parte y podemos llevarnos un susto si no nos lo esperamos.
La gente es muy amable y se esfuerza para que estés cómodo en todo momento.
El único problema que puede existir en Hidra es que esté demasiado masificado. Nosotros fuimos en enero y fue fantástico, porque no había nadie, pero en verano la cosa cambia y son muchos los que se acercan a este lugar.
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