Puente de Brooklyn

Impresionante, apabullante, alucinante...No hay suficientes adjetivos para describir lo que se siente, no sólo al ver el puente, sino al verlo con la ciudad a sus espaldas. Todos los rascacielos luchando por sobresalir unos por encima de otros, no consiguen empequeñecer la imagen del Puente de Brooklyn. Estuve unas 2 horas y media en él, viendo como anochecía, e intenté hacer algunas fotos que reflejasen lo que yo veía desde ese lugar pivilegiado.

Alucinante, inspirador, grande, impresionante, majestuoso, imponente, bonito, agradable, bullicioso, integrado, clásico, interesante, apabullante,.......Ppuufff, etc.

Quizás no tan típico como visitar otros lugares como Times square o la estatua de la libertad, pero para mi desde aquí se disfruta de las mejores vistas de Manhattan. El puente en sí es increíble, pero al llegar a la mitad, se aprecia la majestuosidad de los rascacielos de downtown Manhattan, incluso se ve la estatua de la libertad si uno sabe dónde mirar. De noche es especialmente espectacular. Es un lugar donde comprobar el dicho de que Nueva York es la ciudad que nunca duerme, al ver todos los edificios tan iluminados. Verdaderamente increíble.
Una de las mejores cosas que se puede hacer

El puente de Brooklyn se encuentra situado al sur de Manhattan y lo une con Brooklyn. Es una de las imágenes más conocidas de Nueva York. Arranca, más o menos, en la plaza del Ayuntamiento y está muy cerca de Wall Street y al lado de un puertecito. En su momento fue uno de los más grandes y largos del mundo, pues tiene casi dos kilómetros.
El puente tiene más de 120 años y en alguna que otra ocasión ha sido objetivo de atentados. Pero lo que engancha del puente no son sólo sus dimensiones, que si, sobre todo es su construcción, sus pilares y el enclave en el que se encuentra, rodeado de rascacielos. Es un sitio que hay que visitar y desde donde obtener buenas fotografías, sobre todo de noche y si hace bueno, ya que de fondo queda el “sky line” de Manhattan en una orilla y Brooklyn al otro. Además, la iluminación del puente también merece la pena un paseito cuando cae el sol para después tomarse algo en el puertecillo que hay al lado, en la calle Beakman con South.

Terminado en 1883, el famosísimo gigante de Brooklyn fue el mayor puente colgante del mundo. Los habitantes de la Gran Manzana lo veían como una obra magnífica, pero desconfiaban de la seguridad de esta construcción del ingeniero Roebling. Para desterrar ese miedo de una vez por todas de la mente neoyorkina, el propietario de los circos Barnum, desfiló por el puente con 21 elefantes para confirmar su estabilidad. Y eso valió para tranquilizar a los desconfiados y para que lo elevaran a icono de la ciudad.
Son casi 500 metros de puente ( aunque sólo 188 sobre el río), que a pie se recorren en unos 20 minutos si nos queremos detener en los miradores que nos ofrecen vistas únicas de la ciudad y de la masa de agua.