Roberto Gonzalez
Paz y vistas
Un puente muy joven, tanto que sólo tiene cinco añitos, pero aún teniendo el hormigón con el que se levantó aún fresco se fue haciendo con el corazón de los habitantes de Derry, que veían en el, según se levantaba, una aberración moderna y casi sin sentido en una ciudad que presumía de histórica e independiente.
Londonderry no quería quedarse a la zaga de los proyectos de modernización que envolvía cada una de las grandes ciudades de Irlanda del Norte, con proyectos que volvían a surgir tras la normalización de la situación política convulsa y triste que la había alejado de la modernidad que parecía devorar todo el Reino Unido.
Hoy en día el puente se ha convertido en una estructura icónica de la ciudad, conectando las dos orillas del río Foyle y por el que ya han pasado más de tres millones de personas que lo han elegido como punto donde celebrar festividades como el Año Nuevo o el nombramiento de Derry como Ciudad de la Cultura.
Novias y novios que se besan bajo sus dos altos mástiles, abueletes que pasean sin prisas por su estructura sabiendo que ya no tienen premura por llegar a ninguna cita, ciclistas y corredores o simplemente turista que como nosotros desean ver la hermosa ciudad de Derry desde otra perspectiva diferente, desde este privilegiado mirador sobre las aguas del río Foyle.
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