Una grata sorpresa
Tropecé con este rincón cuando fui al Restaurante Can Rafalet. Me llevé una muy grata sorpresa, ¡qué sitio más recogido y agradable! Me arrepentí de no haber pasado aquí la mañana, en lugar de en Cala Saona, donde me agobié bastante.
No me dio tiempo a darme un chapuzón pero sí a tomar un par de fotos y quedarme encantada con el lugar, con los niños jugando y con la tranquilidad imperante. No sé qué tal será la masificación en agosto pero en junio, cuando lo visité, se estaba de maravilla.
Según he leído, el nombre de Es Caló de Sant Agustí hace referencia a los monjes agustinos que fundaron en el siglo IX un monasterio en la Mola y que utilizaban este embarcadero como pequeño puerto de entrada y salida de mercancías como la madera, el carbón y el marés. Curioso, ¿verdad?.
Pues os resumo el plan perfecto: desayuno en La Mola, bañito en Es Caló de San Agustí y comida en Can Rafalet, ¡mejor imposible!


