Puna Pau, aquí nacen los tocados de los moáis
Algunos de los moáis de Isla de Pascua los vemos portando unos enormes sombreros o moños de color rojo de forma cilíndrica y con un pequeño remate encima. Este tipo de tocado se denomina “Pukao” y dependiendo del tamaño de la figura a la que fuera destinado podía tener un peso de hasta 12 toneladas. Así como Rano Raraku es la cantera de los moáis, en la isla también existe el vivero de donde nacieron todos estos sombreros. Camino a Ahu Akivi, en un desvío de tierra y piedras llegamos a un pequeño cráter llamado Puna Pau cuya escoria roja se utilizó para modelar todos y cada uno de los pukaos. De hecho todavía se pueden ver algunos de éstos esparcidos sin sentido porque jamás llegaron a ser puestos.
Los hay de diversos tamaños, pero no son pocos los que llegan a medir dos metros de altura. Con el peso antes comentado de las casi 12 toneladas, al enigma clásico de cómo fueron transportados y levantados los moáis (de hasta 80 toneladas) se une otra pregunta no menos interesante, ¿cómo fueron colocados los pukaos en sus respectivas figuras?
Su significado también es un misterio pero para esto igualmente no hay respuestas que sacien la curiosidad del viajero. Hay investigadores que opinan que podía ser la constatación de un rango, una categoría dentro de la aldea, pero esto no deja de ser una de las muchas elucubraciones que ofrece una isla que perdió sus saberes milenarios al ver a la mayoría de la población diezmada por los esclavistas a miles de kilómetros de allí.
Puna Pau es otra de esas visitas que nos enseñan un poco más los vericuetos de una cultura evolucionada y que sigue sorprendiendo a todo el mundo. Merece la pena, y queda muy cerca de Ahu Akivi, el altar de los siete moáis, por lo que recomiendo no perdérsela en la medida de lo posible.
Llegué a este lugar conduciendo el vehículo que había alquilado, aunque se puede hacer igualmente con alguna de las agencias de la isla que ofrecen excursiones a los visitantes, o tomando un taxi (aunque esto sale bastante caro). Por no olvidarme de ir en bici, otra de las posibilidades que ofrece una isla que apenas supera los 20 km de punta a punta.
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