El pequeño pueblo de colores
Es como un sueño. Unas pocas calles rodeadas de mar, con casitas pintadas de distintos colores y amplios balcones abiertos a ellas, tan cercanos, que casi se rozan unos con otros. Pero lo verdaderamente único y llamativo es que cada casita cercana al agua, tiene, por la parte de atrás, una escalera que comunica con la playita en la que están amarradas las barcas y cuando la marea sube, éstas quedan al pie de las casas, esperando al dueño para hacerse a la mar. También están muy cuidadas, limpias y pintadas, rojas, azules, verdes. Cuando baja la marea, ahí se quedan, posadas como pájaros en la arena y los niños juegan entre ellas y buscan conchas, y las gaviotas no se asustan, pasean por allí, buscando algo de comer entre las algas que han sido arrastradas, picoteando tranquilamente. Realmente no tienen problemas, son grandotas y etán gordas, porque por allí lo que les sobra es alimento.