Roberto Gonzalez
Para recuperar fuerzas.
Cuando estás en el centro de un inmenso parque natural, a 1200 metros de altura, y has subido por una carretera con un desnivel de un 30%, en un coche de alquiler cubano, después de todo un día de recorrer y visitar lugares se te abre el apetito de una forma bárbara. Así que cuando llegas a un restaurante donde tienen una muy restringida carta de platos, lo único que necesitas es comer y recuperar fuerzas, llenar el estómago.
Afortunadamente los cubanos saben hacer mucho con poco, así que los platos que pedimos, sencillos pero sabrosos, los disfrutamos como si fueran viandas preparadas en un restaurante del mayor lujo.
La opción-elección, que es lo mismo, se basó en una ensalada de remolacha y pimientos, espaguetti con salsa de tomate y un filete de ternera relleno de jamón y queso y luego reobozado y frito, acompañado todo por unas cervezas Bucanero heladas. No postre, pero un café riquísimo, de la Sierra.
Lo mejor de todo, el entorno. Es el lugar desde donde parte la escalinata que lleva a La Gran Piedra y la carretera que lleva al Cafetal La Isabelica. La construcción del restaurante es la de un típico establecimiento de montaña como el que podríamos encontrar en cualquier lugar de Suiza o centroeuropa, pero enclavado entre la exuberancia de las monatañas de la Sierra Maestra..
Lo mejor de todo, el entorno. Es el lugar desde donde parte la escalinata que lleva a La Gran Piedra y la carretera que lleva al Cafetal La Isabelica. La construcción del restaurante es la de un típico establecimiento de montaña como el que podríamos encontrar en cualquier lugar de Suiza o centroeuropa, pero enclavado entre la exuberancia de las monatañas de la Sierra Maestra..
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