Buenos Aires tiene rincones increíbles. ...
Buenos Aires tiene rincones increíbles. Uno de ellos es Ávila, un restaurante emplazado en la Avenida de Mayo. El sitio, regenteado por uno de los miembros de la familia que lo fundó (obviamente inmigrante de Ávila), es de lo más pintoresco que hay. Oscuro, atiborradas sus paredes de carteles de corridas de toros, de películas, y de fotos de otro tiempo donde se reconocen actores y cantantes, el restaurante abre sus puertas tarde, a eso de las 9 de la noche. Hay una carta, aunque normalmente uno cena lo que sugiere el camarero. En cuanto a los vinos, el camarero trae a la mesa las botellas que la casa dispone, da los precios, y uno elige. Yo fui con un amigo y lo pasamos fenomenal. Acompañado por un Malbec Finca Los Mazos estupendo, probamos –como si estuviéramos en España- una seguidilla de tapas espectaculares. Tortilla de patatas, judías guisadas, patatas bravas, callos a la madrileña, rabas a la romana, mejillones… Todo resultó una exquisitez. Para terminar probamos unas natillas caseras; luego un buen pacharán.