juan luis garitaonandía adán
Va siendo una manía.
En cuanto vemos un restaurante, con balcón y cuanto más alto mejor, de cabeza, oye. De los años que hacíamos escalada, supongo.
El restaurante, con una imagen impecable. La comida, a base de pescados y las interminables raciones de patatas, extraordinaria.
El tamaño del "comedor" no daba para florituras, pero la chica que nos atendió, aunque hubiera que apartar a cada momento la mochila, en ningún momento dejó de sonreir.
Y no llovía.
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