Comida casera y trato familiar
No quiero dejar pasar el tiempo sin escribir mi experiencia en este restaurante. Hace dos años estuve en Lanzarote con mi pareja y lo encontramos por casualidad, no teníamos ninguna referencia sobre el sitio. Pero al verlo ya te da buena espina porque tiene una terraza estupenda en un porche de madera. Comimos una paella que se nos quedó grabada para el resto de las vacaciones. El trato de los dos camareros que atienden, no puede se más amable y familiar.
Hemos vuelto este año a Lanzarote y ya íbamos pensando en la paella. Fuimos un día y como no la habíamos encargado, no pudimos comerla. Pedimos pescado.