ANADEL
No me equivoqué.
Es un comedor íntimo, con pocas mesas, manteles bien planchados, velones y detalles florales por doquier. Había leído de las bondades de su cocina, la verdad es que viene genial tras una intensa jornada, poder descansar del coche y quedarte a cenar en el hotel, así que estaba pensado que así iba a ser.
El servicio muy atento, y las ensaladas, platos de queso del terreno con confituras de verdura, o la melanzane, fantásticos y ligeros platos para cenar.
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