Una grata experiencia!
Restaurante situado en la parte trasera de la catedral.
No lleva abierto hace mucho, medio año mas o menos, con lo que no es muy conocido.
Pequeña carta con mucha rotación que cambia cada dos meses y menú degustación.
Comimos el menú, tres aperitivos, dos entrantes, pescado, carne y postre. 37 Euros.
El servicio impecable, un encanto la camarera que nos atendió además de que acerto de pleno con el vino que nos recomendó, y por 12 euros.
La cocina muy buena, creativa, y el local da sensación de limpieza. Ni un dedo en los platos.
Repetiremos seguro.
A diario, es fácil comer o cenar sin reserva, el fin de semana es difícil.