Restaurante El Gallo Azul

La familia Domecq era propietaria de un chaflán en el inicio de la calle Larga, la más importante de la ciudad de Jerez de la Frontera. Ningún proyecto para realizar allí un edificio consiguió convencerles y por ello recurrieron a Aníbal González, el arquitecto de la Plaza de Sevilla para la Exposición Iberoamericana de 1929 y de gran parte de los edificios anexos. En Sevilla Aníbal González Álvarez-Ossorio creó un nuevo estilo llamado por algunos regionalista y por otros modernismo andaluz. Entusiasmados los Domecq, como muchos otros, ante el nuevo estilo artístico, plantearon a Aníbal González que buscase una solución técnica posible para dicho chaflán. El arquitecto era ya conocido en Jerez por obras muy importantes, como la estación de tren y las reformas de las bodegas Domecq. Planteó un edificio curvo, pero de líneas clásicas. El exterior se basa en el ladrillo mudéjar, dividiéndose en pisos circulares con una muy empinada escalera en un lateral. La planta inferior, donde desde hace muchos años hay un bar de tapas, se cierra con arcada de columnas jónicas de mármol blanco, los pisos superiores mantienen la misma línea hasta rematar en una amplia terraza sobre un azulejo semicircular enmarcado entre dos jarras de azucenas. En la parte superior el reloj con el nombre del fundador de la primera empresa bodeguera de Jerez y un anuncio de su caldo insignia, el Fino La Ína. Las obras comenzaron en 1927 y el Gallo Azul se inauguró en 1928. Desde el principio ha sido uno de los símbolos de Jerez, por su aire modernista y originalidad. Se encuentra junto al centro urbano, la Plaza del Arenal, en el arranque de la calle Larga, ahora peatonal.