Del mar a la mesa
Nos recomendaron este restaurante en el hostal que nos hospedamos, pues tienen concertado un precio para los clientes que allí pernoctan. Cuando nos acercamos nos pareció el típico bar de pueblo y lo descartamos en un principio, pero la experiencia nos demostró que no hay que juzgar sólo por las apariencias. Después de que nos lo volvieran a recomendar decidimos comer allí.
Es un restaurante familiar, tanto es así que el padre se encarga de pescar en el día, la madre de preparar el producto y la hija hace el correspondiente servicio y presentación. El trato fue correcto y nos aconsejaron en todo momento. Es recomendable llamar para reservar un día antes, y no sólo porque sea un local pequeño, sino porque lo que se pesque irá en función de lo que el cliente demande. La frescura de lo recogido en el mar es indiscutible y tienen variedades que sólo se encuentran en la zona, nombres que no habíamos oído antes.