Era la una y media de la tarde....
Era la una y media de la tarde. Quisimos tomar un mosto mientras dábamos de comer el puré a nuestro hijo, algo en lo que solemos tardar, como mucho, diez minutos. Solicitamos con toda educación sentarnos en una silla y a partir de ahí todo fueron malas caras, comentarios desagradables y humillantes en voz alta con los demás clientes delante, protestas por retirar un servicio de la mesa mientras nos advertían de que no mancháramos nada y nos recriminaban haber metido el carrito allí... En fin, un trato vejatorio, una atención más que cuestionable al servirnos la consumición y una sensación superdesagradable de haber ido a dar con una pareja de restauradores que podrían, con toda seguridad, ilustrar la entrada "morugón, na" de cualquier diccionario. Lo gracioso es que solemos ir donde nos han tratado bien, por lo que allí no volveremos jamás y lo comentaremos con todo el que conozcamos para que sepan bien dónde y a quiénes les van a dejar el dinero.