Un restaurante único en medio de la naturaleza
Varias cosas me gustaron de éste restaurante que me impactaron nada más entrar.
Para empezar, la amplitud. La vista respira al entrar en el lugar, tiene una decoración de cine y hasta en el sentarte a la mesa notas el cuidado de los detalles.
Para seguir, el diseño. Yo me fijo mucho en el diseño de los sitios que visito, es donde se nota el auténtico cuidado e interés porque toda la experiencia de disfrutar de una comida sea completamente satisfactoria. Tanto la decoración ya mencionada, los cubiertos, hasta el lavamanos están en perfecta armonía y convierten el "ir a comer" en "ir a La Solana".
Y por supuesto, la comida. La comida tradicional está puesta patas arriba en su composición, pero no en su genial materia prima. Productos de primera, una cocina sublime, y una presentación impecable.
El Restaurante la Solana es para mí un auténtico imprescindible de Cantabria, una joya cuya experiencia es positiva e integral desde que lo pisas hasta que sales, un rincón que no puedes dejar pasar.
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