Excelente cocina, imaginativa, no excluyente, servicio amable y eficiente
Ya habíamos estado otra vez. Pero decidimos repetir. Valió la pena. El menú -lo cambian cada estación, adecuándolo a los productos de la época- era sugerente, pero la degustación fue insuperable. A cada plato nos mirábamos los 4 y entrábamos en una vorágine de deleites culinarios exquisitos. la vajilla -y no es un tema baladí- se adapta (cual guante a la mano) a los condimentos que acompaña. De todos los platos del menú de degustación yo me quedo con "Ciervo a la quinoa y salicornia" que antecedía a un postre inenarrable. En cambio mi esposa se inclinaba por el "Bacalao con chorizo y judías del ganxet", no menos sabrosos.
Cinco muestras de ese magnífico manjar, dos de ellas -la carta y la banderola de entrada a cada uno de los extremos- no comestibles pero si estimables en su orientación. En el centro, el postre, repito, inenarrable, con su mescolanza de fruta fresca, helado. Y a los lados, en uno el ciervo y en el otro el bacalao.


