Cristina Favento
Un entorno como mínimo original...
Ovejas caminando en el techo, estatuas exorbitantes, espejos, tonos dorados y rojos. Al entrar al local uno se siente abrumado inmediatamente por un mueble hiperbólico que está muy cerca de considerarse kitsch, pero esta característica no se queda aquí. En efecto, todo resulta divertido. La cocina quiere ser una mezcla entre italiana y balcánica, pero no puede serlo por completo. Vale la pena probarlo por curiosidad. La gente de Belgrado está loca.