Fuimos a comer con mi pareja a este restaurante después de verlo recomendado en una revista. Excelente por el trato y la comida (la paella y otros arroces son su especialidad) pero lo inigualable es su ubicación: en las rocas sobre el mar Mediterráneo, bajo los pinos y con una vista espectacular del mar Mediterráneo en las Terres de l'Ebre (Tarragona).
Lo conocíamos de hace tiempo, entonces era como un merendero y se comía bien. El entorno fantástico, frente al mar y rodeado de pinos. La comida podría darle un notable salvo por ciertos detalles: langostinos, supuestamente de la zona y frescos, pero salió una momia entre ellos, un langostino seco como la mojama, por el precio del producto no debió pasar.
Entre las almejas, también de la zona, una cerrada y llena de barro, creo que esa almeja no debió salir de cocina en un restaurante con pretensiones como parece que es el caso por la reforma que han hecho, y los precios. Pero lo peor
Con el Golfo de San Jorge delante de nuestra vista.
Muy aconsejable por el entorno.
