Las dos caras del Portovello
He de reconocer que tengo sentimientos encontrados acerca de este restaurante.
Para empezar he de decir que en Agosto de 2010 visité el restaurante para cenar y me pareció un sitio de lo más encantador, terraza con vistas al Rio Arnoia, sonido de una cascada de agua cercana, la comida estupenda, la atención fantástica, etc... tanto me gustó que decidir repetir al año siguiente.
Mi sorpresa ha sido que este año (Agosto de 2011) el restaurante no me ha parecido en absoluto en mismo y os cuento el porqué.
Llegamos a cenar en un día tranquilo de lunes (muy poquita gente) y pedimos una mesa en la terraza. Un primer camarero nos indica que nos sentemos donde queramos y acto seguido el encargado nos dice que no, que en las mesas que tienen mejores vistas no, que en otras que hay para dos personas un poco más alejadas de la barandilla. (Absolutamente sin sentido, mas tarde se demostró que esas tres mesas privilegiadas no fueron ocupadas en todas la noche).
Llega el encargado y nos indica que no tienen ningún alimento de concha (almejas, mejillones, etc...) ni ninguno de sus platos derivados. Ah! tampoco tienen pescados, sólo merluza y bacalao, ah! y tampoco tienen empanadas, en fin que de toda la carta solo tenía un 30%.
Comenzamos a cenar, pedimos un vino y le indicamos que queríamos todos los platos para compartir, ensalada, pulpo y carne de ternera. Nos ponen el pulpo y seguidamente nos bombardean con la ensalada y la carne. Bueno... no pasa nada, nos comemos la ensalada y le indicamos que por favor se lleven la carne para calentarla.
Llega el encargado y ni una sola disculpa por su error. Pedimos los postres, helado y flan de castañas. Me ponen a mi un helado del Carrefour y a mi mujer le dicen que no hay flan. Pide entonces una tarta de queso y tarda en llegar unos 1o minutos por otro olvido del encargado.
Hasta aquí entendíamos que era un mal día del muchacho pero viene lo mejor. Pedimos la cuenta, pagamos y mientras a todas las mesas adyacentes le ofrecía chupitos a nosotros no nos ofreció nada y... nos devuelve la vuelta (4 euros) en monedas de veinte céntimos sin ni siquiera una disculpa.
En fin, creo que no habrá una tercera vez.
