Casero y bien puesto
En el Levante no existen apenas restaurantes como este, de los que hay tantos en el norte. Es familiar, con pocas mesas y cocina casera, algo parecido a las trattorias italianas que tanto me gustan pero en versión gallega.
La entrada fue un poco larga, el pobre señor que está para servir las mesas estaba desbordado, una vez sentados y controlada la situación parece que se relajó.
La gente del lugar va a comer allí, eran muchos conocidos, el menú es asequible y muy rico.
Fantástico el caldo gallego que te sacan con la sopera llena, la vieira, el pescado bien, y la tarta casera.
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