Un poema gastronómico
Comer en casa Solla es mucho más que una experiencia gastronómica, se puede decir que es un poema de sensaciones que se va hilvanando desde que entras por la puerta de su remozado restaurante, que destila elegancia, minimalismo y buenas vistas, tanto sobre los verdes prados gallegos de su entorno como hacía el interior, hacia la cocina, a la vista en la zona de emplatar gracias a una vidriera de cristal completa.
El poema tiene su ritmo, su métrica, su cadencia, y como tal nos van sirviendo los 17 platos de su menú degustación largo, acompañado con hasta cuatro vinos Rías Baixas diferentes en función del plato, y como un poema es mejor leerlo a que te hablen de él, este es el que nos recitaron: Caldo de cocido, cortezas de berza, pan con aceite, bloody mary, el huevo que no es, croqueta cremosa de cocido, navajas ligeramente ahumadas sobre una salsa verde de cebollino, gamba en dos cocciones, calabaza queso de cabra y aceituna negra, falsa trufa, merluza sobre una crema de ostras, pepino, mertensia y codium, corneto-vaca-mostaza, perdiz-filloa, tradición-modernidad, quesos, piña colada, cítricos, otoño y chocolates.