Con actuación folklórica de lujo
Éste es el otro sitio que nos recomendaron para comer o cenar en Bansko, aparte de la ya mencionada Taberna Molerite 1792. Sinceramente, es un sitio muy del estilo, muy acogedor, con aire de taberna de montaña, con suelo de piedra, y con una decoración donde predomina la madera y los adornos de la región de Bansko y del Macizo del Pirin, que les dan ese aire montañés tan característico de esta región.
Estuvimos cenando y no había mucha gente, la verdad es que cenamos muy tranquilos y muy a gusto, a pesar de estar sentados en los típicos bancos corridos de madera. Respecto a la comida, como en casi todas las tabernas y restaurantes de Bulgaria, no fallan las patatas con queso, esta vez aderezadas con champis y bacon, de muerte. De segundo, un rissoto, bueno, arroz con vegetales más bien, bastante correcto, y luego, aquí el menda se aventuró en la sección de carnes con algo que no sabía que era y el camarero no le supo responder, ya que a duras penas hablabla inglés. El caso es que pedí una especie de estofado de ciervo de Bansko, con arroz y vegetales. A ver, la carne estaba riquísima, pero el plato sabía en exceso a la típica especia que le habían echado para aderezar. No era laurel, era algo estilo el jenjibre que hizo que no pudiera terminar el plato, cansaba demasiado. Es uno de los riesgos e intrigas de "elegir a ciegas", sin saber muy bien lo que se pide, a veces sale bien, y otras veces, sale no tan bien ;-).
Quizás nos gustó más la comida del Molerite 1792, pero el ambiente aquel día tranquilo de esta taberna nos gustó mucho más, quizás porque el restaurante está en la entrada del pueblo, no en el centro, cerca de la carretera. También ayuda que comiéramos en el comedor interior, situado más al fondo que la propia taberna, donde la gente se reúne para tomar algo y charlar, no tanto para degustar cocina búlgara de la región de Bansko. Por cierto, nos llamó la atención la impresionante carta y selección de vinos que tienen, sobre todo tintos, de apuntar.
Por último, lo mejor y más pintoresco de la noche. Aquí también actúa un grupo folklórico, que ataviados con trajes de montaña, interpretan canciones de la región, aunque si no me equivoco, de origen macedonio. Algunos con pequeñas guitarras, acordeones y panderetas, cantan todos a capella, con unas voces de alucinar, repito, de alucinar. Echad un vistazo al vídeo porque no tiene desperdicio, es justo cuando se pasaron, desinteresadamente y sin pedir nada a cambio, por nuestra mesa, donde interpretaron una canción de lo más marchosa, que por supuesto no pude resistirme a grabar. Les aplaudimos muy mucho la actuación, de forma más que merecida, menudos cracks, sin duda consiguieron que nunca me olvide ya de esta coqueta y acogedora taberna de montaña, a la que tengo claro que me gustaría volver, y donde no volveré a pedir ese plato de ciervo, habrá que probar suerte con otro plato de la carta ;-).
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