Muy recomendable
Pues Miguel Villalba, el chef, tuvo el detalle de salir a saludar a los postres, me encantó conocerlo, aunque fuera un instante, se nota la juventud en la valentía a la hora de preparar los platos de este joven que no iba para esto.
El local adolece de ser ruidoso, es pequeño, con techos altos, decoración minimal y moderna, y la espera se hizo algo larga dado el follón organizado desde una mesa larga y de celebración familiar.
La espera valió la pena, de impresión el pan de espelta con aceite trufado para hacer boca, sorprendente y con un toque dulce el ajoblanco con granizado de vino tinto y vainilla, riquísimo el plato del huevo poché, y de impresión la paletilla de cabrito con crema de chirivía y chips de raíces.
Solo habría que poner una pega al postre, ese bizcocho de chocolate hay que mejorarlo de textura y presentación.
El servicio correcto y amable, y el precio 26 sin bebidas, sobre los 70 euros los dos.
También hay un menú degustación de 40 euros que habrá que probar cuando haya que celebrar algo. Enhorabuena por el trabajo bien hecho Miguel!!!!
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