Un deleite para la vista, una lección magistral de fusión entre artes plásticas, uno de los retablos hispanoflamencos más conseguidos al nivel del existente en la catedral de Oviedo.
Visita imprescindible para los amantes del arte de transición entre el medievo y el renacimiento.
El retablo es la joya de la iglesia, obra anónima de la escuela burgalesa, realizada entre los años 1495 y 1520. Se desarrolla en cinco calles verticales y cuatro horizontales, resultando veinte hornacinas, donde han sido tallados, en altorrelieve de madera de nogal, los principales misterios de la vida de Jesús y exaltación gloriosa de la virgen María.
Todo descansa en los cuatro evangelistas y distribuidos por todo el retablo figuran patriarcas, profetas y santos. La virgen María, a quien está dedicado, ocupa la parte central con su nacimiento, asunción y coronación. Remata un calvario