Allí, en lo más profundo del Valle del Zumeta
Donde Andalucía y Castilla la Mancha son divididas por una línea imaginaria, empieza nuestro camino.
Caminos antiguos, trazados por barrancos, cuestas y llanos. Algunas veces aprovechando cornisas y estrechos cedidos por la naturaleza, otras veces tallados en piedra o escarbados como collados artificiales y en ocasiones emparapetados y empedrados.
Viejos caminos que llevan a pueblos, aldeas, cortijos o que conducían a los sembrados y a las huertas o, como en esta ocasión, a los almendros y olivos.
Caminos que unían vidas, transitados por serranos y serranas, rebaños de ganado, caballerías y busca vidas como los hojalateros, talabarteros, leñadores, viajantes y recaderos.
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