E.Sonia Requejo Salces
Entre mariposas y caballitos voladores
Otra ruta por la comarca del Nansa, en la zona occidental de Cantabria, por senderos de unas 6 horas de duración. Con un desnivel 230 m, por el tramo medio del río Nansa, disfrutando de 14 km de distancia, sin duda entre valles.
La mejor salida desde la autovía en dirección a San Vicente de la Barquera, es en Pesués CA-181, por las rías de Tina Mayor y Tina Menor, hacia Puentenansa hasta Rozadio.
Hablando un poco del enclave y punto de partida, antes de adentrarnos por los senderos desde la franja costera a la montaña. Intensa interrelación de distintos ambientes, el marinero y el ganadero.
Un pueblo Rozadío, que está vinculado estrechamente al río Nansa. Un río donde los haya, con un gran nivel de truchas y salmones, llego a tener un coto de pesca "Coto Rozadío" junto a su central hidroeléctrica, generando energía a través del curso de dicho río, canalizadas desde el contra embalse de La Lastra, hasta un depósito de carga, desde mediados del S. XX.
Partimos desde su plaza, que cobija casa bajas, con balconadas montañesas en madera. La iglesia de Santa Ana y su Puente de piedra del siglo XVIII, con el sonido del agua a nuestro paso, siempre relajante.
Senderos junto a la red de agua del río Nansa, nutridos por manantiales y ríos pequeños que bajan en cascadas, por las faldas de las sierras que alimenta la central, montes erosionados y laderas acusadas, con amplios bosques autóctonos.
Montes extensos de robles, hayas y abedul, según recorríamos los senderos, escuchamos sierras talando troncos, madera ya cortada, en áreas forestales.
Según nos adentramos por este territorio de bosques y prados, van surgiendo las oportunidades fotogénicas.
En abundantes flores centauras, las mariposas, entre ellas, la pandora o la exuberante mariposa pavo real, vistosa con colores fuertes, sus ocelos para despistar negro-azulados en sus alas.
Después nos fue atrapando las flores silvestres por los campos, malvas, el no me olvides, en azul. Tras ella en rosa, la silene diocia, en amarillo sanalotodo, crócosmia, arándanos, cardos por doquier, en fin un vergel.
Junto a las setas y hongos en los troncos y ramas nos fuimos acercando al río, a sus saltos tan relajantes. Serán los senderos entre helechos, los que nos adentraron de nuevo en bosque de avellanos más tupidos, junto al río Nansa.
Una vegetación de ribera de saucedas, castaños y robledales, zonas de importantes pastizales, brezales y acebedas. Una senda muy instructiva de la que todos aprendimos cosas nuevas.
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