Juan Carlos Milena
Ruinas de Apamea. Calor y agua bendita
No, no es un lugar cristiano, pero nada más llegar, con 45 grados en el termómetro, el trío de amiguetes sirios que nos esperaba allí nos regó con la manguera de agua fresca que utilizaban para dar la bienvenida a todos los turistas que llegábamos casi muertos. El viaje se hace en taxi, y aunque alrededor no hay nada más es sorprendente recorrer esta calle recta, de casi dos kilómtros rodeados de columnas y restos de hace casi dos mil años. Se conserva regular, porque muchos de los restos han sido expoliados, y ojo, las monedas que te venden son graciosas pero ni mucho menos auténticas. No está
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