Saber mirar y escuchar
Difícil expresar con palabras algo tan bello.
Es de esos sitios que te relaja el alma y el espíritu.
Sencillez, sin adornos, solo las piedras y el cielo en perfecta comunión, expresando lo sobrenatural y lo humano.
A cada momento sus vidrieras, bóvedas, cúpulas..... son totalmente diferentes. Las viejas y orgullosas ruinas se reinventan a cada segundo, con ese manto que las protege, azul de día y estrellado de noche.
Sus paredes podrían contarnos su pasado templario, su convivencia con los antonianos, la curación del "Mal del fuego" provocado por el cornezuelo (temido hongo desarrollado en el centeno), la imposición del "Tau" como protección contra los males del Camino, historias maravillosas de hace siglos o no tan lejanas que los peregrinos siguen cultivando en su día a día.