Pura historia
La primera impresión que ofrece al visitante el Castillo-convento de Calatrava La Nueva es de majestuosidad, de grandeza y un pellizco de respetuoso miedo. Con cierta facilidad, trae a la memoria los escenarios de la fantástica película " El nombre de la rosa". Ya el acceso al castillo es algo tortuoso e imponente, sobre todo cuando ganas altura sobre el resto del terreno y se pueden contemplar los altos y los valles de la Sierra de Calatrava.
Una vez llegado a la planicie del aparcamiento, se ve frente al cerro del Alacranejo que alberga Calatrava La Nueva, el ruinoso y otrora, poderoso, Castillo de Salvatierra, a los pies del pico de la Atalaya. El acceso al castillo-convento traslada al visitante 700 años atrás en la historia de la comarca y de España. A pesar del estado ruino de la mayor parte de las estancias y edificios, todavía se puede apreciar la magnificencia de tan monstruoso baluarte. Excavaciones y reconstrucciones a través de una escuela taller, ayudaron a restaurar parte de lo que el tiempo, el hombre y el terremoto de Lisboa del año 1755 se ocuparon de ocultar.
La estrella indiscutible del recinto, es, su iglesia, tantas veces retratada, con su imponente rosetón de piedra volcánica de la zona, que alumbra el interior de lo que fue la última morada de los maestres de la Orden de Calatrava y de las más bastas y exquisitas riquezas y reliquias de la cristiandad.
Visita obligada, en mi opinión, aunque solo sea por ver el paisaje que lo circunda, que alberga una gran variedad de flora y fauna, y el tesoro geológico de los volcanes del Campo de Calatrava.
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